jueves, 6 de junio de 2013

El cambio climático, las plagas y las enfermedades transfronterizas

Los países invierten grandes cantidades de dinero para erradicar y combatir las enfermedades y las plagas de los animales y las plantas. El cambio climático está creando condiciones favorables para que se produzcan plagas y enfermedades de las plantas y los animales en nuevas regiones, y también está transformando sus vías de transmisión.

Cartografía del cambio

Si bien es evidente que el cambio climático está modificando la distribución de las plagas y las enfermedades de los animales y las plantas, es difícil prever todos los efectos de este cambio. La modificación de las temperaturas, la humedad y los gases de la atmósfera puede propiciar el crecimiento y la capacidad con que se generan las plantas, los hongos y los insectos, alterando la interacción entre las plagas, sus enemigos naturales y sus huéspedes.


Las transformaciones que experimenta la cubierta vegetal de la Tierra, como la deforestación y la desertificación, pueden incrementar la vulnerabilidad de las plantas y los animales que quedan ante las plagas y las enfermedades. Si bien a lo largo de la historia con regularidad surgen nuevas plagas y enfermedades, el cambio climático ahora introduce una serie de incógnitas en la ecuación.

Algunas de las transformaciones más espectaculares del cambio climático en las plagas y las enfermedades de los animales probablemente se observarán en los artrópodos, como los mosquitos, las mosquillas, las garrapatas, las pulgas y las pulgas de la arena, así como en los virus de los cuales son portadores.

Debido al cambio de las temperaturas y la humedad, las poblaciones de estos insectos pueden extender la zona geográfica donde viven y exponer a los animales y las personas a enfermedades contra las cuales no tienen inmunidad natural.

Otros cambios climáticos pueden crear más oportunidades para las enfermedades transmitidas por vectores. En las zonas de pastoreo, por ejemplo, las condiciones de mayor aridez pueden reducir el número de abrevaderos, lo que incrementará la interacción entre el ganado y los animales salvajes. El aumento de una interacción entre el ganado y el ñu en África oriental podría conducir a un brote grave de fiebre catarral maligna, letal para el ganado, ya que todos los ñúes son portadores del virus de la fiebre.
Los animales acuáticos también están expuestos a enfermedades nuevas relacionadas con el clima, en particular porque sus ecosistemas son muy frágiles y el agua es un medio muy propicio para las enfermedades. Una enfermedad fúngica llamada síndrome ulcerante epizoótico recientemente se extendió e infectó peces en el sur de África, debido en gran parte al aumento de las temperaturas y de las lluvias.

Protección de los alimentos y los agricultores

Las plagas y las enfermedades siempre han repercutido en la producción de alimentos, ya sea directamente causando pérdidas en las cosechas de alimentos y en la producción pecuaria, o indirectamente por la disminución de los ingresos debida a la insuficiencia de las cosechas de los cultivos comerciales. Hoy en día, el cambio climático y su inestabilidad cada vez mayor exacerban estas pérdidas, y representan una amenaza para la seguridad alimentaria y los medios de subsistencia rurales en todo el planeta.


Los países en desarrollo que dependen más de la agricultura son los más vulnerables a las transformaciones de hoy en las pautas de las plagas y las enfermedades. Cientos de millones de pequeños agricultores dependen exclusivamente de la agricultura y la acuicultura para sobrevivir. Mientras los agricultores rurales luchan por producir alimentos, las personas pobres de las zonas urbanas cercanas tienen que afrontar una menor disponibilidad de alimentos a precios más elevados.

La economía de los países también sufrirá cuando las nuevas plagas y enfermedades reduzcan el acceso de sus productos agrícolas a los mercados internacionales o incurran en costos más elevados asociados a la inspección, el tratamiento y el cumplimiento de las normas.

Las plagas de las plantas, que son insectos, patógenos y malezas, siguen siendo una de las mayores limitaciones para la producción agrícola y de alimentos. Las moscas de la fruta, por ejemplo, pueden crear enormes daños a la producción de fruta y hortalizas y, conforme sigan aumentando las temperaturas mundiales, aparecen en más regiones.

Para combatir estas plagas muchas veces se necesita usar plaguicidas, que pueden producir serios efectos secundarios en la salud humana y el medio ambiente, en particular en la población rural pobre, que no puede permitirse el uso de compuestos menos tóxicos ni cuenta con equipo para aplicar estas sustancias o de protección.
El cambio climático también puede intervenir en la inocuidad de los alimentos.

La proliferación de plagas y enfermedades podría propiciar el incremento, aun hasta niveles inadecuados, de la cantidad de residuos de plaguicidas y medicamentos veterinarios en el suministro de alimentos. Y los cambios en las lluvias, la temperatura y la humedad relativa pueden contaminar fácilmente alimentos como los cacahuetes, el trigo, el maíz, el arroz y el café con hongos microtoxinogénicos que pueden ser mortales.
 
Fuente: Documento del Departamento de Gestión de Recursos Naturales y Medio AmbienteOrganización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación



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